viernes, 2 de enero de 2009

Dormir menos y rendir más: Mi experiencia con el sueño bifásico

Este maldito (y bendito) blog, indudablemente, ha cambiado mi vida en muchos aspectos. Uno de los más importantes quizá haya sido la forma en que ha trastocado mi esquema habitual de horas vigilia-sueño. Les cuento: Preparar las entradas (y encontrar cosas “publicables”), aunque no se lo crean -por el calibre de las idioteces que aquí doy salida-, me roba unas buenas horas cada día. Si a eso le sumo que, como todo hijo de vecino, además trabajo… ¿de donde saco el tiempo -y las fuerzas- para todo lo demás? No sólo de blogs vive el hombre… yo deseo llevar una vida relativamente “equilibrada” (con novia y todo, oigan)… donde pueda disfrutar de todas aquellas cosas que me apetezcan (y no morir de agotamiento en el intento). Claramente las jornadas de 24 horas se me estaban quedando muy cortas. ¿Qué podía hacer? La solución es lo que los entendidos llaman “sueño bifásico”… estado, como ahora verán, al que llegué de forma progresiva y totalmente natural.

El milagro y resultado de esa “técnica” es que en la actualidad me bastan unas 5 horas al día de sueño (repartidas en 2 bloques) para permanecer activo (y espabilado) durante toda la jornada. Quizá a muchos de ustedes ese dato no les impresione en absoluto (todos los que tengan bebés lo firmaban ahora mismo). Lo comprendo. Pero en mi caso sí es algo excepcional, al ser un contraste radical con mi antiguo modelo. Comparemos.

Mi esquema monofásico “de toda la vida” consistía en despertarme a las 7:00. Ir a trabajar hasta las 15:00. Y luego “todo lo demás” hasta las 23:00, momento en el que solía irme a dormir. 8 horas de sueño… que no me libraban a la mañana siguiente de un agrio despertar (soy de los que se le pegan las sábanas duerma 8, 10 o 20 horas seguidas), y de padecer una creciente sensación de cansancio a partir del mediodía. Si además alguna vez osaba en acostarme un poco más tarde -a las 12 por ejemplo-… oh! pobre de mi!… al día siguiente no tenía cuerpo para nada. No era persona.

Cuando empecé con el blog mi esquema no se veía afectado en absoluto. Simplemente sustituí minutos que dedicaba a otras aficiones por ésta. Pero claro, eso no es “sostenible” durante mucho tiempo. A uno le nacen nuevas inquietudes, o quiere retomar algunas del pasado… pero sin renunciar tampoco a esta pasión. Así que cada vez hacía más cosas… y por ende cada vez necesitaba más horas… por lo que acababa yéndome a dormir cada día más tarde. Todo eso desembocó en necesitar de una reparadora cabezadita después de comer.

Tras todo esos cambios progresivos -que repito: no fueron premeditados- en la actualidad mi esquema es el siguiente: Me sigo poniendo en pie -todo todito- a las 7, y sigo trabajando hasta las 15:00 (eso es impepinable). Luego, después de comer, alrededor de las 16:45, echo una generosa siesta. No pongo alarma… simplemente espero a despertarme de forma natural. Pero suele ser de unos 90 minutos… que, como ya expliqué detalladamente en una famosa entrada anterior, coincide con lo que precisamente dura un ciclo completo de sueño. Si recuerdan, hacerlo así es de vital importancia… ya que si por cualquier circunstancia interrumpes el ciclo, en lugar de haber recargado las pilas, habrás conseguido todo lo contrario: estar bien jodido y somnoliento. Tras levantarme (con vitalidad renovada) tengo fuerzas para hacer lo que guste hasta, mas o menos, las 3:30. Momento en el que, casi instantáneamente, caigo en los brazos de Morfeo -y no estoy hablando de la novia de Fernando Alonso- (ahorrándome el estar dando vueltas en la cama antes de dormirme).

¿Desventajas? Pues en mi caso durante los fines de semana retomo “la vida normal”, o sea, el sueño monofásico. Eso hace que al mediodía me entren bastantes ganas de echar mi habitual siesta (que en esos días evito o simplemente no puedo permitirme), y que de madrugada me quede sin fuerzas demasiado pronto -chicas, no seáis malpensadas-. Aparte tampoco consigo evitar el levantarme como un calcetín cada día -especialmente terrible los Lunes-… pero tampoco peor que cuando dormía mis 8 horas seguidas.

¿Se lo recomendaría a alguien? Aunque yo no sea un experto, no parece que la práctica del bifásico (con cantidades razonables de sueño) pueda ser peligroso. De hecho seguro que mucha gente, como yo, ya lo ejercita sin saberlo. Si deseas aprovechar al máximo el día, y te lo puedes permitir… adelante ! Otra cosa muy diferente es el “sueño polifásico” (también llamado método Uberman)… que, como alguna vez habrán escuchado, consiste en reducir a entre 2 y 5 las horas de sueño diario, mediante siestas de entre 20 y 50 minutos (repartidas a lo largo del día). Siempre se ha dicho que algunos personajes célebres como Leonardo da Vinci, Edison, Franklin o Thomas Jefferson usaban este sistema… pero la verdad es que son afirmaciones en su mayoría falsas (o no comprobadas). Lo que si se ha demostrado es que su práctica es por lo general negativa para la salud (la privación del sueño daña a la memoria, a la capacidad de resolver problemas, aumenta la ansiedad y el estrés, etc). Aparte que no tiene demasiado sentido ser polifásico cuando todo el mundo vive “en monofásico”. De hecho, Steve Pavlina, el famoso blogger que relataba su experiencia con el polifásico tuvo que dejarlo precisamente por esta causa… de poco sirve estar despierto cuando todo el mundo duerme. Esas horas no “valen” lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario